Rarámuris: “Korima” (compartir) no es pedir limosna

DIF en Ciudad Juárez ha recogido niños de la etnia por considerar que piden “limosna”
Si hay algo que me parece realmente complejo de solucionar es esto ¿Cómo ayudar a las comunidades indígenas, sacarlos de la pobreza, darles oportunidades pero sin masacrar sus costumbres? Tal vez los especialistas en el tema no lo consideren tan complejo, pero para mi como ciudadana si.

Y es que la complejidad posiblemente no radique en el qué necesitan, eso las comunidades pueden tenerlo claro, lo complejo es entender por parte de gobierno, organizaciones de ayuda y población en general la forma en que el apoyo debe de darse; la manera en que debe ser proporcionado para que realmente les beneficie, ayude al fortalecimiento de la comunidad y respete sus tradiciones.

En las últimas semanas los rarámuris han estado continuamente en las noticias, por la sequía que están padeciendo, la carencia de alimentos que ésta ha provocado, los rumores de suicidios y el movimiento que a partir de ésto se dio, generando la distribución de ayuda de gobierno y de ciudadanos para poner una curita al problema. Ahora Notimex a través de Milenio informa que el DIF en Ciudad Juárez ha recogido niños de la etnia por considerar que piden “limosna” cuando en realidad lo que ellos hacen es “Korima” (compartir).
Korima” no quiere decir limosna, sino compartir, ya que la misma palabra significa dar y recibir, los rarámuris tienen la obligación de compartir y por ello todo tarahumara tiene derecho a solicitar ayuda.
Dice Federico Fuentes Moreno, gobernadorcillo y además owirúame o curandero de la comunidad de aproximadamente unas 150 familias tarahumaras que viven en una colonia de Ciudad Juárez al pie del cerro de la Biblia, de acuerdo a la nota.
Cuando recogíamos la cosecha allá en la sierra, entonces nos reuníamos todas las familias y hacíamos la”korima” (…) A veces a una familia se le acaba el maíz y entonces el hombre va y se para a la entrada de un jacal. La gente de esa casa se debe sentir honrada por haber sido escogida para ayudar a un hermano en desgracia”.
María Chavéz Chávez, mujer de la comunidad, comentó que por no haber trabajo, no hay qué comer y por eso salen a pedir, pero el DIF le quitó a su hermanito Juan. “No lo entiendo” dice ella “¿Qué vamos a hacer? No hay comida y no podemos ir a la ciudad a pedir korima, en la sierra la situación está peor, pero ya no bajan las mujeres porque bajan con niños pero suben solitas, sin niños” denuncia ella. Antonio Pérez Pérez, gobernadorcillo también, está averiguando en las oficinas del DIF, comentan, para que le regresen a sus nietos también recogidos por la institución.

Lo que hace el DIF, para las personas que hemos vivido siempre en ciudad y nuestra forma de vida empata con los procedimientos de las instituciones, ésa práctica se nos hace común. De hecho la institución creada como su nombre lo dice para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) tiene la obligación de proteger sobre todo a los niños que están en la calle pidiendo limosna, en situación de pobreza y por consecuencia en situaciones de abuso.

 Pero es en estos momentos cuando las “buenas intenciones” y prácticas de programas creados en base a las características de la mayoría de la población, encuentran su punto de quiebre al no considerar las excepciones a la regla y no tomar en cuenta que en nuestro país hay una gran diversidad de culturas, con formas diferentes de concebir el mundo y que deben ser respetadas, sobre todo cuando no agreden a otros ni a ningún otro derecho humano.

Por ahí dicen (dramáticamente pero no por eso falso) que “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”. No podemos quedarnos satisfechos con el hecho de haber mandado despensas (útiles y de gran ayuda momentáneamente) pero después olvidarnos de la situación como si ya no existiera el problema. Debemos preocuparnos más por solucionarlo de raíz y no estar poniendo curitas.

Pues esta es sólo una muestra de un problema tan profundo, de tanto tiempo y tan extenso que no radica solamente en Chihuahua como se expone en esta ocasión, sino a lo largo del país con todas las comunidades indígenas.

¿Cuándo será el momento que logremos tener políticas y programas adecuados para la diversidad de la población, mayorías y minorías? Las comunidades indígenas llevan muchos siglos aceptando y adaptándose a las formas de la mayoría de conducir el país. ¿Cuándo será el momento en que nosotros demos el paso para entenderlos a ellos? Esto es una verdadera prueba de apertura, respeto y empatía, que tenemos que resolver.

| Vivir México

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