Un ataque de celos por valor de 400 millones.

El pasado 23 de mayo no fue un buen día para Casey James Fury, empleado del astillero naval de Portsmouth (New Hampshire, EEUU) de 24 años. Mientras estaba trabajando como pintor en las reparaciones del submarino nuclear USS Miami cometió el error de atender a su teléfono móvil, aunque está terminantemente prohibido.


Sin embargo, ese no fue el mayor de sus problemas: a través de un mensaje de texto su novia le confesó que había otro hombre en su vida y quería terminar con la relación. Fury, haciendo honor a su apellido (furia, en ingles), entró en cólera y decidió que debía dejar su tarea y solucionar las cosas en persona.

Como no podía abandonar su puesto, por el riesgo de despido, se le ocurrió que lo mejor era coger unos trapos, bañarlos en alcohol y prenderlos fuego provocando un incendio en el USS Miami, según consta en la denuncia que el ejército estadounidense ha puesto contra su ex empleado y cuyo juicio se inició ayer.

Con lo que no contaba Fury es con que el fuego se extendería por las zonas adyacentes al submarino atómico. Los bomberos tardaron casi 12 horas en controlar el incendio y la factura por los daños ocasionados se disparó hasta los 400 millones de dólares (unos 330 millones de euros).

Por culpa de la medicación

Aunque inicialmente los técnicos navales consideraron que el foco del incendio provenía de una avería en un aspirador industrial, un segundo fuego provocado el pasado 16 de junio –en el que no hubo heridos ni daños materiales– dio inicio a una investigación que terminó con Fury detenido.

En su declaración ante el tribunal, el pintor ha admitido que las llamas le proporcionaron la coartada perfecta “para salir pronto del trabajo”, aunque justificó su acción asegurando que fue consecuencia de “un ataque de ansiedad” provocado por la imagen de su novia en brazos de otro hombre.

Además, argumentó que no recordaba lo sucedido a la gran cantidad de medicamentos que estaba tomando en ese momento. Fury aseguró que tenía “la mente borrosa” tras ingerir partillas para la ansiedad, la depresión, el insomnio y las alergias.

Sin embargo, este alegato no ha sido suficiente para convencer al juez federal John Rich III que le juzgará por dos acusaciones de incendio provocado en un recinto militar, por las que podría ser condenado a cadena perpetua. Eso sí, en caso de ser declarado culpable, la multa sería ‘únicamente’ de 250.000 dólares (unos 200.000 euros).

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